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Zapatero: “Los aranceles de Trump acelerarán el declive del imperio americano”

El expresidente alega que si se pronunciara sobre las elecciones de Venezuela no podría hacer “lo más importante: ayudar en la defensa de los derechos humanos”

José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente del Gobierno, el pasado viernes en Madrid durante la entrevista.
Miguel González

Mientras Donald Trump declara la guerra comercial al resto del mundo y Europa se rearma hasta los dientes frente al oso ruso, José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno entre 2004 y 2011, predica el diálogo y la formación de un ejército de diplomáticos y expertos en mediación de conflictos en su último libro (La solución pacífica, Plaza & Janés). Para unos, es la prueba de su optimismo inquebrantable y su ingenuidad política, el buenismo del que se le acusó cuando gobernaba; mientras que otros lo presentan como un Maquiavelo que, tras su fachada altruista, maquina para lucrarse negociando con dictaduras. Acaba de regresar del foro de Boao, el Davos de China, a donde el presidente Pedro Sánchez viajará esta semana buscando abrir puertas para Europa ante un Estados Unidos que se encastilla.

Pregunta. La muralla de aranceles que ha levantado Trump, ¿confirma el declive del imperio americano?

Respuesta. La confirmación es el mismo Donald Trump. Él no es la causa, es la consecuencia. Es el epítome de un proceso que se viene fraguando [desde principios de] este siglo. Se inicia con la guerra contra el terrorismo, todo lo que ha pasado en Oriente Medio, de Irak a Afganistán. Y los países emergentes, especialmente China, que ocupan un espacio cada vez mayor.

P. A todos los imperios les cuesta asumir su fin.

R. No hay declive sin drama.

P. ¿Y el Make America Great Again acelerará la decadencia?

R. Absolutamente. Y creo que más de lo que pensamos. Ya lo vimos, a menor escala, con el Brexit. Cuando [los británicos] se dieron cuenta de que ya no eran la potencia que habían sido, echaron la culpa a Bruselas o a los inmigrantes. Y así les va.

P. Si EE UU se cierra, ¿la alternativa es China?

R. La alternativa es Europa. La UE necesita ganar confianza en sí misma. Vamos a ver si se cumple [el axioma de] que avanza con cada crisis. Debe ofrecer al mundo un proyecto de reconstrucción de la comunidad política internacional que no sea imperialista, sino multilateral, un liderazgo compartido, que es el único racional. Mientras EE UU ha gastado seis billones de dólares en guerras en lo que va de siglo, con resultados muy pobres, China ha protagonizado el progreso económico y social más importante de la historia.

P. China desmiente la idea de que, cuando se alcanza cierto nivel de desarrollo económico, la democracia llega como fruta madura.

R. Eso estaba en el pensamiento occidental. La idea era muy atractiva: el desarrollo económico abre paso a la libertad. No era cierto. Entonces, hay que hacer una revisión intelectual. Tenemos una tendencia terrible a interpretar un mundo de 8.000 millones de personas a partir de los algo más de 800 que somos en Occidente.

P. ¿China es el futuro del mundo? ¿Vamos a un sistema de autoritarismo tecnológico?

R. Yo creo que debemos ir hacia la cooperación y la paz. La Carta de San Francisco [tratado fundacional de la ONU] establece el principio de resolución pacífica de los conflictos y mandata la cooperación entre todos los países, sin distinguir regímenes políticos. De hecho, esa carta fue hecha entre EE UU y la Unión Soviética. ¿Occidente quiere tener relaciones solo con quien tenga un sistema pluralista democrático? Es una opción, pero más del 50% de la población mundial es asiática y lo serán el 75% de los universitarios en cinco años. Podemos obviarlo, pero iremos al fracaso estrepitoso.

P. Dice usted que China no tiene un sistema político “democrático-liberal”, pero tampoco quiere imponer su modelo a nadie…

R. Es la gran diferencia con la URSS.

P. Pero ha acabado con la democracia en Hong Kong y esta semana hemos visto cómo simulaba un bloqueo naval a Taiwán.

R. Hay resoluciones de la ONU sobre el principio de una sola China. Ese es un debate territorial, no ideológico. Hasta ahora, China no ha vulnerado la legalidad internacional. Lo de Hong Kong es una larga historia que tampoco tiene nada que ver con eso.

P. Escribe que hay que aceptar a regímenes diferentes al nuestro, pero también hay algo universal: los derechos humanos. La situación de la mujer en Afganistán nos interpela directamente.

R. Nos debería interpelar, porque la OTAN estuvo allí 20 años y fue un fracaso absoluto. Tenemos que hacer autocrítica porque es muy, muy grave.

P. Usted se ha mostrado crítico con el aumento del gasto en defensa de los países europeos, incluida España.

R. Puedo respaldar un incremento de la defensa y la seguridad siempre que se le acompañe de un proyecto político que vaya más allá. La defensa no es algo aislado. Si sumamos al proyecto europeo un pilar como ese, necesitamos un debate político, unas reglas institucionales bien acordadas. La primera, apostar por la solución pacífica de los conflictos, renunciar al uso de la fuerza, salvo en caso de legítima defensa.

P. Eso ya está en la Carta de San Francisco.

R. Sí, pero en la UE [ese compromiso] es muy débil. Yo he propuesto un potente cuerpo de diplomáticos, de expertos [en mediación] para la paz, para ofrecerlo al mundo en un momento en que hay unas 50 guerras activas.

José Luis Rodríguez Zapatero, el pasado viernes en Madrid.

P. ¿Cree que fue un error abrir las puertas de la OTAN a Ucrania en la cumbre de Bucarest de 2008?

R. Mi interpretación es que a [George W.] Bush le iba mal en Irak y buscó un escenario alternativo. Pero levantó todas las suspicacias de un gigante herido, que era Rusia. Menos gigante que la URSS, pero con una conciencia de gran potencia que, según su versión, Occidente no le respetaba.

P. ¿Piensa que eso influyó en la invasión de Ucrania?

R. Las cosas no pasan porque sí. Yo estoy radicalmente en contra de la invasión de Ucrania porque es violar la legalidad, pero si no profundizas en las causas —no es justificar, es entender— nunca vas a deshacer el nudo.

P. Todo el mundo puede alegar un agravio. Israel se escuda en el ataque del 7 de octubre para justificar la masacre de Gaza.

R. Yo no justifico ningún acto de violencia. [Lo de Gaza] me parece incluso más desgarrador. El asesinato de miles de niños que estamos viendo es algo brutal. Cuando la comunidad internacional se despierte, lloraremos todos, empezando por Israel.

P. Usted no se cree que el objetivo de Rusia sea invadir las ex repúblicas soviéticas, pero ese es el argumento para rearmar a Europa: que Putin no ataque a los países bálticos.

R. Entiendo muy bien a los países bálticos. Por eso creo que la construcción de la defensa europea debe incluir una cláusula de solidaridad [tan clara] como la de la OTAN. Deben tener la garantía de que, si algo pasa con Rusia, tendrán esa solidaridad. Pero me preocupa que se puedan producir hechos que se anticipan y no tenían por qué producirse.

P. Las profecías autocumplidas…

R. Así ha sido muchas veces en la historia. Lo que no podemos decir es que tendremos seguridad solo porque tengamos potencia disuasoria. Si la tenemos será porque hagamos política. Putin pasará y Rusia seguirá ahí. Necesitaremos un horizonte de convivencia. Se lo debemos a las nuevas generaciones. ¿O renunciamos al progreso civilizatorio?

P. Usted acudió como observador a las elecciones venezolanas de julio pasado, pero, al contrario que los expresidentes Leonel Fernández y Ernesto Samper, que iban en su misma misión, no reclamó las actas electorales que acreditarían quién había ganado. ¿Por qué no lo hizo?

R. Porque desde el minuto uno sé muy bien el papel que puedo y que debo hacer. No me podía pronunciar ni me pronuncio sobre esas elecciones. Ya sé lo que eso me supone, pero también sé que eso me permite hacer seguramente lo más importante que puedo hacer en este momento de mi vida, que es ayudar a la defensa de los derechos humanos. Los de verdad, no los retóricos que tanta gente enarbola, pero que luego no pueden poner encima de la mesa haber logrado nada.

P. ¿Qué ha conseguido?

R. Yo he trabajado en Venezuela con dos grandes objetivos. Uno, que no se desencadene una guerra civil. Desde fuera todo es muy fácil, pero hay que estar allí. Yo he estado en momentos en que había muertos en las calles. Afortunadamente, creo que hemos conjurado ese riesgo, que para mí es lo más importante. Porque, insisto, si no tenemos un clima mínimamente pacífico con todos los desgarros que hay, nunca tendremos una solución. El segundo objetivo es intentar aliviar la situación de muchas personas, a todas horas. Por eso, las críticas me producen una indiferencia impresionante.

P. Ha habido críticas muy duras de opositores venezolanos...

R. ¿Qué opositores? ¿Qué críticas? Si estoy en contacto con opositores venezolanos todos los días… El candidato a presidente que rivalizó con Maduro agradeció mi tarea.

P. Edmundo González no le ha criticado, pero María Corina Machado sí lo ha hecho.

R. No tengo relación con María Corina, no la conozco. Creo que ella no puede hablar de mí ni yo de ella, sinceramente. Con la familia de Edmundo sí tengo relación.

P. Usted ayudó a que Edmundo González saliera de Venezuela, pero ahora su yerno está preso. ¿Puede hacer algo por él?

R. Todo lo positivo que he logrado en este tema ha sido siempre sobre la base de la discreción. Tengo que ser muy discreto.

José Luis Rodríguez Zapatero en su despacho de Madrid durante la entrevista.

P. Se le ha acusado de poseer incluso una mina de oro en Venezuela, ¿tiene alguna propiedad o interés allí?

R. Es como de risa, ¿no? Ramón y Cajal dijo que lo más útil y económico ante las injurias es el silencio. Me remito a él.

P. ¿Y cómo financia sus gestiones?

R. Los viajes, por supuesto, los asume el Gobierno venezolano. Es lo único que tengo que financiar. He dedicado miles de horas a buscar la paz en Venezuela y ayudar a personas. Un esfuerzo ingente. La oposición me pidió ir allí, yo no tenía relación con el país. Es un acto de entrega sin interés, porque conociendo a unos y a otros haces tuyo [el objetivo de] que no se maten. Soy amigo de Enrique Márquez, que está ahora en la cárcel, y me gustaría que saliera ¿Eso me genera críticas? Me produce tristeza, pero se compensa con las satisfacciones íntimas que tengo del resto de venezolanos, que algún día se producirán públicamente.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.
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